Diario de una
memorable jornada, en recuerdo de Don Pablo.
Acordamos celebrar un encuentro con sesión de pintura en el campo, en
homenaje a la memoria de nuestro Maestro, Don Pablo Martín Madera, fallecido el
2 de Junio de 2012. Siete años de su marcha, que a muchos nos parece que fue
ayer…
Y es así que –consensuadamente, como es ya de ordenanza en nuestra
Asociación- decidimos celebrarlo en Valsequillo, un lugar lleno de evocaciones
en paisajes de nuestro Maestro, pero también por contar con la proximidad de
nuestra secretaria Aurora Jiménez, siempre bien asistida del conocimiento y
buen hacer de su compañero, el impagable luthier José Manuel.
El recuerdo de la “finca de los caballos”, también en el mismo entorno, ya
nos motivaba bastante, por la inolvidable jornada que allí vivimos meses atrás,
y donde nuestro consagrado maestro Sergio del Pino fue objeto de veneración por
parte de un precioso caballo que contemplaba los cuadros del mismo Del Pino con
auténtica pasión. Sin embargo, y pese a que se esperaba un soleado tiempo, la
meteorología nos brindó una hermosa llovizna, con algunas neblinas y calles
mojadas, algo que también era muy propio de Don Pablo. Algunos nos dijimos que
eso era cosa de él, desde allá arriba.
Es por ello que –José Manuel siempre resolviendo la papeleta- pudo
habilitarse un lugar con rincones de cierta protección frente a la lluvia y
además un salón bien provisto de café, infusiones, baños… y fue nada menos que
la finca denominada “Don Emilio” actualmente, en transformación a Hotel Rural.
Fue un día grande. Sólo echamos
en falta a los compañeros que no fueron, pese a que consta se cursó
información e invitación al colectivo de asociados acuarelistas; algunos
disculparon su ausencia, conste también.
Un tentempié-piscolabis a media mañana: Vino, jamón, un pan del campo que
daba gusto… para volver a los pinceles hasta la hora de la comida, que tuvo
lugar en el magnífico Restaurante La Culata, bien cerca de donde pintábamos y,
sobre todo, atendidos con una diligencia y una calidad digna de escribirse.
Más sobremesa de pinceles y colores, visita a la cercana finca de los
caballos (creemos que alguno buscaba a nuestro maestro Del Pino) y luego,
sorteo de tres preciosas acuarelas de nuestra muy admirada Laly… espontáneas,
salpicadas como sólo ella sabe.
La Encargada del Hotel Rural eligió una de las obras, como obsequio que se
le brindó por su gran ayuda y hospitalidad que permitió pintar con comodidad,
como en casa, pero con aquellos árboles y rincones tan cercanos. Y eligió
–brillante e inteligentemente- un cuadro de Aurora, pleno de color,
espontaneidad y armonías.
Más café, más pasteles, más merienda…Y así terminó la jornada. Todos
coincidimos en que se hizo inolvidable, tanto por la apacible convivencia como
por el mismo objetivo de la celebración: Don Pablo Martín Madera, que estamos
seguros nos abrazaba a todos.
Sergio Jiménez Castellano
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